CHARLES BAUDELAIRE
1821 -
(francés)
LA VIDA ANTERIOR
Yo habité largo tiempo bajo pórticos altos,
que los soles marinos hacían luminosos,
con enormes pilares rectos, majestuosos,
que, a la tarde, fingían cavernas de basaltos.
Las olas, suspendiendo visiones en sus crestas,
mezclaban, por manera solemne y religiosa,
los potentes acordes de su música ansiosa,
a las festividades de color de las puestas...
Y yo vivía allí, en perezosas calmas,
en medio del azul y sus esplendores
y de esclavos desnudos, impregnados de olores,
que me refrigeraban la cabeza con palmas.
-Y su única misión era hallar la raíz
del íntimo dolor que me hacía infeliz.
BOHEMIOS EN MARCHA
La profética tribu de pupilas ardientes
ayer se puso en marcha, colgándose el enjambre
de sus hijos al cuello, o aplacando su hambre
con el líquido tibio de las mamas pendientes.
Los hombres van al paso, las armas relucientes,
al lado de los carros enormes y alongados,
clavando en el vacío sus ojos dilatados
por el regusto amargo de quimeras ausentes.
El grillo, arrebujado en la arena, prosaico
entona, al pasar ellos, su balbuceo arcaico;
pero Cibeles, tierna, aumenta sus ternuras
y ordena que las fuentes el Desierto le labren
delante de estos hombres, a cuyos ojos se abren,
imperio familiar, las tinieblas futuras.
EL HOMBRE Y EL MAR
Ahora y siempre, hombre libre, adorarás el mar:
él es tu espejo: miras la imagen de ti mismo
en el desenvolverse del agua sin cesar:
como su abismo amargo es amargo tu abismo.
Gozas, hundiendo el cuerpo en el vivo oleaje;
lo acarician tus ojos y tus brazos; tu oído
se distrae muchas veces de tu propio gemido,
al rumor de su canto indomable y salvaje.
Ambos sois tenebrosos, a la vez, y discretos:
¡Hombre, nadie vio el fondo real de tus riquezas!
-Con tan avaro celo guardáis vuestros secretos.
Y he aquí que lleváis ambos siglos innumerables
de un combate que esquiva las treguas de la suerte:
¡tanto adoráis la sangre, tanto adoráis la muerte,
oh, eternos luchadores, hermanos implacables!
Charles Baudelaire, uno de los llamados poetas malditos de una calidad impecable. Rimbaud, Verlaine y Baudelaire, no pasaron al olvido, tal vez porque Francia pueda ser distinto a la mayoría de los países que maltratan a sus poetas y se refieren a ellos con cierta sorna.
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