domingo, 23 de junio de 2013

MAFFUD MASSIS

MAFFUD MASSIS
1916 - 1990
(chileno)

Yo era el tiburón asediado por las vírgenes,
y grandes carneros enlutados alimentaban mi alma
con larvas que criaban al pie
de los patíbulos.
Negros jinetes y un dios comido de lombrices,
quemaban en mi puerta un corazón de zorro.

Yo estaba triste, como si recién hubiese resucitado.
Un cuerno de pus separa tu corazón del mío,
oh hermosa,
y tu recuerdo es difícil, como el parto de las tarántulas.
Para recordarte, sobre mi pulmón guardo una mandíbula
de muerto, y a tu memoria, hija del desierto,
bebo este vaso de gangrena.

Todos estamos perdidos y respiramos por la uretra
a sollozos,
hasta los ángeles ocultan ojos de saurio
y lagartos en la vagina,
y desde el fondo del semen mugen hombres
y monstruos encadenados.
Todos estamos podridos. ¡Yo estoy molido
hasta los goznes!
y vomito estiércol, y palo de momia y cuero
de caballo abandonado.

Cuatro búfalos me echan su menstruación celeste;
solo el gusano respira en mi sarcófago,
me sorbe los tuétanos,
y sobre el pasto que crece en mi pecho izquierdo
orinan las yeguas.
Ya lo sabemos: se acabaron los dioses:
el cielo está hueco.

LUKÖ

¿A qué anticuario robarías esos ojos?¿Qué caballero muerto,
con su túnica negra, camina bajo tus pestañas,
llenando el aire de aves de cetrería? Tus ojos,  puñales fríos,
o milanos sentimentales cuando aletean sobre mi corazón,
niños vagos llevando grandes cinerarias
en este atardecer en que me arrastro.

Oh, tú que escarbas en mi pecho cada noche,
arráncame estas hormigas del alma, arráncame la lengua.
Extiende el ramaje de tus ojos, defiéndeme
de los espectros de la cámara roja.

Bajo el plexo vuelan mortuorias mariposas,
caen sobre el terciopelo,
o me llaman señalándome desde la ventana. ¡Envuélveme!

Me desplomo con la mandíbula rota,
entre hierros y muertos sin paladar, y tú desciendes
sosteniendo la estatua de Apolo, su rama eternamente verde
salvando el sueño, la quimera
que vive aún en el pánico de tus ojos
como un hurón de oro bajo la gacela oscura.


viernes, 21 de junio de 2013

CARLOS DE ROKHA

CARLOS DE ROKHA
1920 -1962
(chileno)

EL ABUELO

Amigo de los niños, del trigo, de los pájaros,
vivió cantando cada día en la verde colina
y se fue como siempre una vez bajo ese árbol
que le daba la sombra como una mano alada.

Era así el dulce abuelo-

Se ponía en las tarde a dormir junto al fuego
y esperaba su vivo con paciencia de santo,
en sus ojos vivían visiones campesinas
de caballos arando, de ganado que pace
cuando se muere el día a un golpe de ceniza
y el sol deja su mancha de sangre sobre el pasto.
De estirpe casi céltica venía de las islas
y fumaba su pipa recordando los barcos
en que viajó de joven hacia un mundo ignorado.

Tuvo una estampa noble de heráldicas presencias
y su barba muy rubia evocaba el pasado
de un  rey que en el destierro conquistó otros países.
Fue sereno, guerrero, soberbio, desolado,
y leía en la biblia las lecciones de Cristo.
Vivió para los suyos, dejó un libro de viajes
y su bastón de caña aún recuerda sus manos
y la fuerza salvaje de sus puños de atleta.

Al final de sus días tuvo nietos que amaba
y su savia fecunda le dio un último nombre
de varón de comarcas que holló con sus pisadas.
Así fue el noble abuelo que hoy recuerdo llorando.
Así vive por siempre en la tierra que amaba.
Y hoy vuelve a mi memoria con talladas espuelas,
¡oh huésped trashumante de los días perdidos!

miércoles, 12 de junio de 2013

SUSANA THENON

SUSANA THENON
1937 - 1990
(argentina)

VERDUGO 

Una voz cercana 
me repite: descansa, 
y yo 
descansar no podría 
sino como en sueño 
latente, 
como flecha que reposa 
en su carcaj. 

Cada día 
mis horas 
se tornan más agudas, 
más ásperas, 
desde que no respiro 
y el sol me arde. 

Conozco las palabras 
a cuyo sonido 
las puertas vuelan como plumas 
y el cielo es un cojín a los pies. 

Conozco el castigo. 
Conozco todos los castigos. 

Pero hoy amanecí verdugo. 



MINUTO 

En todo instante 
se renueva 
la fugaz memoria de los espejos, 
el perfil hosco de los cuerpos oxidados, 
el andamiaje de palabras 
no habitadas por manos 
o por bocas oscuras. 
El tiempo arruga los caminos, 
borra las miradas lejanas, 
va encendiendo la muerte en los rincones. 
Y cómo no saber esto: 
llegará un minuto vacío 
que añore nuestros rostros. 



CÍRCULO 

Digo que ninguna palabra 
detiene los puños del tiempo, 
que ninguna canción 
ahoga los estampidos de la pena, 
que ningún silencio 
abarca los gritos que se callan. 
Digo que el mundo es un inmenso tembladeral 
donde nos sumergimos lentamente, 
que no nos conocemos ni nos amamos 
como creen los que aún pueden remontar sueños. 
Digo que los puentes se rompen 
al más leve sonido, 
que las puertas se cierran 
al murmullo más débil, 
que los ojos se apagan 
cuando algo gime cerca. 

Digo que el círculo se estrecha cada vez más 
Y todo lo que existe 
Cabrá en un punto. 



HOY 

Falo, corneta, rosa 
del ángel-barro: el amor 
ha obturado 
sus vasos comunicantes. 
Guardemos el incienso 
para los veranos públicos. 
Dios no funciona. 



NO 

Me niego a ser poseída 
por palabras, por jaulas, 
por geometrías abyectas. 
Me niego a ser 
encasillada, 
rota, 
absorbida. 
Sólo yo sé como destruirme, 
cómo golpear mi cabeza 
contra la cabeza del cielo, 
cómo cortar mis manos y sentirlas de noche 
creciéndome hacia adentro. 
Me niego a recibir esta muerte, 
este dolor, 
estos planes tramados, inconmovibles. 
Sólo yo conozco el dolor 
que lleva mi nombre 
y sólo yo conozco la casa de mi muerte. 

lunes, 10 de junio de 2013

LUIS MARÍA LETTIERI

LUIS MARÍA LETTIERI
1956 -
(argentino)

LAS GIRALUNAS

Solea.
Abril y su gala de aromas.
Sé que hay un mundo, afuera,
y entre nosotros dos,
un té que humea
hasta tu mirada.
Con eso alcanza,
más algunas palabras,
la pereza de tu caricia
el ardor de la mía.
Cierro la ventana,
para nadar tu oscuridad
hecha de silencios.
No importa el mundo
de afuera bajo el sol,
adentro, la luna reina,
y la penumbra es
una llanura de giralunas.





EPIFANÍA DEL OTRO SEGUNDO

El humo se metió en el hueco de los huesos,
la piedra estalló en arenas y calizas,
el cristal en añicos de horas diversas
multiplicadas y divididas por mil,
el guijarro se pulverizó en tiza,
la gota no tuvo dónde soñar el mar
y aprendió a volar sobre campos de ceniza.

De la hueca calavera nació la flor más negra
hecha de pétalos sangrientos y lágrimas de plata verdadera




A TUS ENORMES OJOS, CERRADOS

Una libélula de gamuza azul
intrusa la noche de los ciegos,
sus campos de curvas tulipas,
sus hoscos potros azabache.

Hay en el manto orinegro
del silencio, un nombre, clavado,
y detrás, su millar de sombras
en horizontes por siempre lejanos.

Ahí, una paloma reina
en el filo de las altas cornisas, y
una gota de ámbar negro pende
de un hilo hechos de humos
hasta caer en arroyos carbonizados.

El grito del niño en la placenta
se ha vuelto vena cava
en el corazón viejo del hombre;
toda la luz del cosmos cabe
entre la punta de dos de tus pestañas.

Pero estás callada.
¿ qué viento se llevó tus palabras?
Y en el mar del tiempo clavas el ancla
como quien ruega exhausto
por una piadosa pausa.

En esa noche misma
hay mirlos del color de las ágatas,
engarzados en el aire espeso,
bocas llorando el beso
que de lejano se ha vuelto helado,
molinos que giran en vano
como crisantemos de aluminio
en el sueño de los muertos.

La oruga celebra su coronación alada,
la seda de su vientre acaricia
la punta de la grama, y se alza
como un rayo que negara la tierra.
Abrázame, hasta que me duela...
nosotros, que habitamos desde siempre
los bordes imprecisos
de la muerte y de la vida
del edén y del infierno.

Abrázame hasta ser uno,
nosotros, que ya hemos sido tantos
y cuántos más seremos,
bajo este cielo inexistente,
en formas sutilmente diferentes,
pasajeros del mismo amor ajado
del mismo sueño de vivos óleos,
con nuestra carga de sin embargos.

Un millar de libélulas indecisas
se han vuelto vagabundas
en esta noche sin serenatas,
se parecen en su titilar a las estrellas
por invisibles y lejanas.

Apaga la luz, el fuego.
Vámonos de aquí, ahora,
antes de que alguien nos invada
y nos obligue a vivir otra vida,
buscåndonos.



ORUMBEGA

Me pareció verte
entre la anónima muchedumbre, 
en un andén de Retiro
a la hora en que los trenes se abarrotan;
tenías todos los años de nuestra ausencia
colgados de tu piel enjuta,
yo venía de suicidios, divorcios, y otros exilios,
vos venías de entierros y crepúsculos finales,
y nos cruzamos las miradas:
un instante fulminante como un rayo,,,

Sonaba un tango en los altavoces
y por esas cosas que se sienten
aunque ninguna razón las explica,
en esa voz disfónica oí mi nombre
anunciando mi muerte, el degüello
y la partida de un tren sin destino.


Se volvieron locas las palomas
en los altos tinglados de hierro,
la tristeza de la tarde caía
como un pesado telón de terciopelo.

Llevabas en la mirada todo
mi perdido universo de infancia,
mis juguetes preferidos,
lágrimas vertidas,
el severo ademán del no se puede
todavía amartillado en el entrecejo,
y un extravío ya propio del ser viejo
alojado en lo celeste de tus ojos claros.

No me dijiste nada.
Hace muchos, muchos años
habíamos peleado.
y nos fue alejando
la distancia y el silencio
en un para siempre parecido
a la muerte.
Me acerqué y nos miramos,
de nuevo.
Dudaste,
yo estaba seguro.
Te abracé primero despacio,
y después nos hicimos un nudo.
me dijiste al oído y con pena
- qué te parió che,,,
yo te dije
- viejo,,,

A la hora en que salía un expreso
llevándose consigo
a todas las palomas en ese torbellino
del tiempo perdido,
y en vano,
como son en balde las vanidades,
los enconos
y los encuentros postergados.



Nos pasaron por encima
los hombres y mujeres
vomitados de los trenes
los personajes que fuímos y seremos
nos habitaron las miradas
y nos cortaron el aliento,
en este homenaje a los enconos
en este insulto a las distancias
que desbaratan la fragancia
de tu piel oliendo a lavandas
y la mía oliendo a soberbia y nada.

Un silbato destrozó en mil
aquel silencio de los ojos cerrados.
y entendimos, finalmente
que ya no había más estaciones para nosotros.

Todos partían a sus pueblos,
al refugio que da el hogar, el fuego,
nosotros no teníamos dónde
derramar la sombra de nuestro abrazo.









domingo, 9 de junio de 2013

CARLOS MELLADO MOLINA

CARLOS MELLADO MOLINA
1934 -
(chileno)

HIJO

Pequeño mundo tuyo, tus bolsillos
con papelitos, piedras,
con un lápiz chiquito, media goma,
un dulce, una moneda,
son tu bagaje, toda tu fortuna,
conque emprendes un viaje iluminado.

¿Quién no habrá de envidiarte tu riqueza
que para todo alcanza y no termina,
si tu alma de niño
tiene en sí misma todo
y tu universo nada lo limita,
si hasta lo que no existe, si lo quieres,
tu fantasía mágica lo imagina.

Por un día siquiera, préstame, hijo,
tus bolsillos con todo lo que tienes,
para que un día pueda, solo un día,
viajar donde tu viajas,
comprar con tu moneda muchas cosas
que nadie me ha de dar;
escribir con tu lápiz mis canciones
y comer de tu dulce renovado,
como la primera vez.
y conversar con las cosas,
con los perros y los gatos,
árboles y aguas terrestres,
volviéndome al final de tus recintos,
de tus bosques herméticos, tus palacios compactos,
montado en la más roja
de tus fabulosas y brillantes máquinas.

FALTÓ PROPÓSITO

Tan poco perpetuo que soy,
accidental,
interino permanente, expreso,
me quiero quedar a veces, me canso,
quisiera establecerme y durar,
pararme quieto en el aire mientras ustedes giran,
pero no hay donde sujetarse,
carezco de las adecuadas ventosas,
soy una especie de velador o mesa
sin mayores características de apliqué,
y como para volantín no sirvo
ni aeroplano,
pesado para pájaro,
inadaptado para hombre,
parece que estuve a punto de ser un quiltro
o guarisapo.

MORADA

Solo
déjame descubrirte en palabras o miradas,
déjame hurgar tus mieles y silencios.
Yo soy el huraño animal
que respira tu aliento en los espacios
donde quedan tus pasos y tus voces.
ese que impregnará este sitio
de poemas no escritos y de magias,
el que te verá cuando no estés
y ha de buscarte en la música,
también seré
-y eso te salva-
el que se irá sin haber llegado.


viernes, 7 de junio de 2013

CARLOS PRENDEZ SALDÍAS

CARLOS PRENDEZ SALDÍAS
1892 - 1962}
(chileno)

LA CANCIÓN DEL RÍO

El río se viene cantando, cantando,
como un hechicero de la soledad-
Árboles y riscos se quedan vibrando
cuando pasa el río camino del mar.

El río se viene cantando, cantando,
y es una alegría sentirlo pasar.

Tendido en la hierba, si el agua me toca
las manos morenas quemándose al sol,
y el viento sureño me llena la boca,
yo siento que el río, la tierra y la roca
laten con la sangre de mi corazón.

Tendido en la hierba, si el agua me toca,
bendigo la fuga del río cantor.

La canción del río no se pierde en el llano:
los hombres del valle no tienen canción.
Un murmullo apenas refresca el Verano
de este silencioso pueblo labrador.

a canción del río se pierde en el llano:
como si del agua se fuera el amor.

El río se viene cantando, cantando
desde la nevera palabra de Dios.
Las piedras sonoras quedaron sonando
y en el valle el río su canción perdió.

El río venía cantando, cantado
desde los breñales cantando bajó.
Por el valle estrecho se aleja llorando
y ninguno sabe que el río cantó.

YO TENÍA EL BESO

Yo tenía el beso de fuego que abrasa,
el abrazo estrecho que si enlaza hiere.
Ahora es mi beso rescoldo sin brasa
y guirnalda mustia mi abrazo que muere.

Yo dije al oído la palabra nueva
que cierra los ojos y el oído engaña.
Un cansancio ahora mi palabra lleva.
¡Y tenía el eco que da la montaña!

En fiesta de amores se me fue la vida.
y de la locura que avivó la hoguera
ha quedado apenas la brasa vencida.

Pero en este otoño que recuerda y ama,
el deseo todavía espera
hacer del rescoldo que brote la llama.

jueves, 6 de junio de 2013

ANTONIO BÓRQUEZ SOLAR

ANTONIO BÓRQUEZ SOLAR
1874 - 1938
(chileno)

Esta es la hora del amor, mi amada,
pero yo tengo, cuando muere el día,
como el temor de una invisible espada
en toda mi mortal melancolía.

Y tengo ganas de llorar por nada,
por la muerte del sol y su agonía,
por mis recuerdos de una edad pasada,
por la noche que llega negra y fría.

Entonces miedo de mi mismo abrigo,
y se abren mis heridas que son muchas,
y mi cáliz apuro sin testigo.

Tengo miedo a las sombras, tengo miedo
a mis internas dolorosas luchas
conque en las sombras meditando quedo.

LOS CARPINTEROS

Cuando el sol insular su faz asoma
la montaña se envuelve en su áureo manto
cruza el cielo algún vuelo de palomas,
surge del río y de la mar un canto.

Los carpinteros clavan, entretanto,
sus picos en los robles, y en la loma
y la montaña, en el tranquilo encanto,
el golpe el eco de un hachazo toma.

Del bosque son alados leñadores
de cuerpos negros y cabezas rojas
de un rojo de vivísimos fulgores.

Cuando los miras, Sol, tú te sonríes
porque entre la esmeralda de las hojas
son finos aderezos de rubíes.

EL CASTILLO

Arriba en la colina se duermen los cañones
que el rojo orín enfunda a la lluvia y al sol,
del castillo no quedan ni los viejos bastiones
que alzó la mano heroica del abuelo español.

Vese desde la cima el gran mar tornasol
que florece de espuma en los toscos farellones.
Vuelan los graves cuervos en rectas direcciones
y en la playa blanquea su casa el caracol.

En la tarde el mar crece, se distiende en la playa
y su canto nocturno tímidamente ensaya
con su gran voz de bajo que parece implorar.

Y cuando ya la noche sus banderas despliega
en su misma colina el castillo se eleva
y voces castellanas se oyen aletear.

miércoles, 5 de junio de 2013

JORGE LUIS BORGES

JORGE LUIS BORGES
1899 - 1986
(argentino)

Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones.
ahora son lo que es mío.

Sé que perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores
como no piensan los que ven.

Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado.

Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen,
con su voz.

Solo el que ha muerto es nuestro, solo es nuestro lo que perdimos.

Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plañe.

Israel fue cuando era una antigua nostalgia.

Todo poema, con el tiempo, es una elegía.

Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera,
que es zozobra, y a las alarmas y terrores
de la esperanza.

No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.


martes, 4 de junio de 2013

ALEJANDRO LAVQUÉN

ALEJANDRO LAVQUÉN
1959 -
(chileno)

UN RINCÓN DEL MUNDO

La pasión, los anhelos,
están extraviados
en algún punto cardinal.
Allí buscan rumbo
los silencios
y se reconstruye
la memoria más remota.
La poesía libra el martirio
de las cárceles
y enjuaga la sangre
de los que no volverán
a cantar.
Limpia el conducto
dela vida para que el celeste
explique su contenido.
Los manantiales jadean,
encumbrándose por unos
pechos vegetales,
anhelosos de ternura.
En el lecho del amor, silba
una mujer que estremeció
todos los pudores;
y en un lugar, no lejos,
la locura de la noche
juega a los naipes
con el príncipe de los gitanos.

PRELUDIO DE UNA NOCHE DE INVIERNO

Mis sueños van de la mano
con un volver a encontrar.
Los torrentes del ocaso
han inundado mi corazón.
Navegante soy,  desembarcando funerales.
Buscando puertos sin alambradas,
arrimándome a los telares
de la vida y de la muerte, cuyo
combate universal
estremece las raíces de lo desconocido.
La ciudad se enciende en el espejo
cordillerano, bronceada por un viento
tibio, provocando claridad de agualluvia
en el gris de las nubes.
Nadie va por las calles, como el día
siguiente de una borrachera colectiva
en un sábado de fiesta.
La tarde se extiende de invierno,
evoca palabras, penetra en los árboles desnudos,
chocando, luego, en el horizonte envuelto en llamas
inmóviles.
Allí queda, allí expira, susurrando a lo largo
del oeste.
Todo parece una postal, anunciando
lejanías sin retorno.
Se va la luz, es noche imprevista,
la lluvia flota en las horas
como un cielo plomizo,derrumbándose
en el derrotero de un otoño.
Mis ojos callan.
Mi voz se duerme.
Mis pies continúan, automáticos,
indolentes, pasajeros, sin volver
un paso atrás.

lunes, 3 de junio de 2013

CLAUDINA LLANOS GALARCE

CLAUDINA LLANOS GALARCE
1953 -
(chilena)

EL AGUA MÁS DULCE
Padre descansando.( trabajo nocturno).
Madre sumergida en lo que es su mundo:
blanqueo de sábanas al ritmo chillón del escobillado.
Las hermanas lejos... andarán jugando.
Y yo, caminando por la línea del tren.
Ya cogí colores en la orilla del río,
ya conté durmientes,
ya leí los nombres en letras doradas
que surcan las cruces que indican la muerte...
Y hablé con el viejo que come en un tarro
al que puso orejas de alambre oxidado...
Miré el Maule verde desde el viejo puente
y regreso a casa por la línea del tren.
Estoy tan cansada. Tengo tanta sed.
La choza del bosque agua ha de tener.
La niña me dice "mamá fue buscar
pero no sé a qué hora irá a regresar"
Y siento en el cuello una mano caliente
mi boca es un foso de lenguas urentes.
La niña, tan buena, me ofrece lo que hay:
tarro con residuos de agua sucia hervida:
El agua más dulce que bebí en mi vida.
EL CIRUELO
Bellas alas le han crecido
para despegar del suelo.
El regazo del ciruelo
un refugio le ha ofrecido.
Como pájaro en su nido
sueña con llegar al cielo
para estar lejos del ruido.
Cuando la noche se asoma
ya tiene hambre y tiene frío.
Ahora el ogro se ha dormido
danzan lúgubres las sombras,
y el temor ya está de sobra,
pero se ha roto el vestido.
¿Qué dirá la madre ahora?