1956 -
(argentino)
LAS GIRALUNAS
Solea.
Abril y su gala de aromas.
Sé que hay un mundo, afuera,
y entre nosotros dos,
un té que humea
hasta tu mirada.
Con eso alcanza,
más algunas palabras,
la pereza de tu caricia
el ardor de la mía.
Cierro la ventana,
para nadar tu oscuridad
hecha de silencios.
No importa el mundo
de afuera bajo el sol,
adentro, la luna reina,
y la penumbra es
una llanura de giralunas.
EPIFANÍA DEL OTRO SEGUNDO
El humo se metió en el hueco de los huesos,
la piedra estalló en arenas y calizas,
el cristal en añicos de horas diversas
multiplicadas y divididas por mil,
el guijarro se pulverizó en tiza,
la gota no tuvo dónde soñar el mar
y aprendió a volar sobre campos de ceniza.
De la hueca calavera nació la flor más negra
hecha de pétalos sangrientos y lágrimas de plata verdadera
A TUS ENORMES OJOS, CERRADOS
Una libélula de gamuza azul
intrusa la noche de los ciegos,
sus campos de curvas tulipas,
sus hoscos potros azabache.
Hay en el manto orinegro
del silencio, un nombre, clavado,
y detrás, su millar de sombras
en horizontes por siempre lejanos.
Ahí, una paloma reina
en el filo de las altas cornisas, y
una gota de ámbar negro pende
de un hilo hechos de humos
hasta caer en arroyos carbonizados.
El grito del niño en la placenta
se ha vuelto vena cava
en el corazón viejo del hombre;
toda la luz del cosmos cabe
entre la punta de dos de tus pestañas.
Pero estás callada.
¿ qué viento se llevó tus palabras?
Y en el mar del tiempo clavas el ancla
como quien ruega exhausto
por una piadosa pausa.
En esa noche misma
hay mirlos del color de las ágatas,
engarzados en el aire espeso,
bocas llorando el beso
que de lejano se ha vuelto helado,
molinos que giran en vano
como crisantemos de aluminio
en el sueño de los muertos.
La oruga celebra su coronación alada,
la seda de su vientre acaricia
la punta de la grama, y se alza
como un rayo que negara la tierra.
Abrázame, hasta que me duela...
nosotros, que habitamos desde siempre
los bordes imprecisos
de la muerte y de la vida
del edén y del infierno.
Abrázame hasta ser uno,
nosotros, que ya hemos sido tantos
y cuántos más seremos,
bajo este cielo inexistente,
en formas sutilmente diferentes,
pasajeros del mismo amor ajado
del mismo sueño de vivos óleos,
con nuestra carga de sin embargos.
Un millar de libélulas indecisas
se han vuelto vagabundas
en esta noche sin serenatas,
se parecen en su titilar a las estrellas
por invisibles y lejanas.
Apaga la luz, el fuego.
Vámonos de aquí, ahora,
antes de que alguien nos invada
y nos obligue a vivir otra vida,
buscåndonos.
ORUMBEGA
Me pareció verte
entre la anónima muchedumbre,
en un andén de Retiro
a la hora en que los trenes se abarrotan;
tenías todos los años de nuestra ausencia
colgados de tu piel enjuta,
yo venía de suicidios, divorcios, y otros exilios,
vos venías de entierros y crepúsculos finales,
y nos cruzamos las miradas:
un instante fulminante como un rayo,,,
Sonaba un tango en los altavoces
y por esas cosas que se sienten
aunque ninguna razón las explica,
en esa voz disfónica oí mi nombre
anunciando mi muerte, el degüello
y la partida de un tren sin destino.
Se volvieron locas las palomas
en los altos tinglados de hierro,
la tristeza de la tarde caía
como un pesado telón de terciopelo.
Llevabas en la mirada todo
mi perdido universo de infancia,
mis juguetes preferidos,
lágrimas vertidas,
el severo ademán del no se puede
todavía amartillado en el entrecejo,
y un extravío ya propio del ser viejo
alojado en lo celeste de tus ojos claros.
No me dijiste nada.
Hace muchos, muchos años
habíamos peleado.
y nos fue alejando
la distancia y el silencio
en un para siempre parecido
a la muerte.
Me acerqué y nos miramos,
de nuevo.
Dudaste,
yo estaba seguro.
Te abracé primero despacio,
y después nos hicimos un nudo.
me dijiste al oído y con pena
- qué te parió che,,,
yo te dije
- viejo,,,
A la hora en que salía un expreso
llevándose consigo
a todas las palomas en ese torbellino
del tiempo perdido,
y en vano,
como son en balde las vanidades,
los enconos
y los encuentros postergados.
Nos pasaron por encima
los hombres y mujeres
vomitados de los trenes
los personajes que fuímos y seremos
nos habitaron las miradas
y nos cortaron el aliento,
en este homenaje a los enconos
en este insulto a las distancias
que desbaratan la fragancia
de tu piel oliendo a lavandas
y la mía oliendo a soberbia y nada.
Un silbato destrozó en mil
aquel silencio de los ojos cerrados.
y entendimos, finalmente
que ya no había más estaciones para nosotros.
Todos partían a sus pueblos,
al refugio que da el hogar, el fuego,
nosotros no teníamos dónde
derramar la sombra de nuestro abrazo.
Solea.
Abril y su gala de aromas.
Sé que hay un mundo, afuera,
y entre nosotros dos,
un té que humea
hasta tu mirada.
Con eso alcanza,
más algunas palabras,
la pereza de tu caricia
el ardor de la mía.
Cierro la ventana,
para nadar tu oscuridad
hecha de silencios.
No importa el mundo
de afuera bajo el sol,
adentro, la luna reina,
y la penumbra es
una llanura de giralunas.
EPIFANÍA DEL OTRO SEGUNDO
El humo se metió en el hueco de los huesos,
la piedra estalló en arenas y calizas,
el cristal en añicos de horas diversas
multiplicadas y divididas por mil,
el guijarro se pulverizó en tiza,
la gota no tuvo dónde soñar el mar
y aprendió a volar sobre campos de ceniza.
De la hueca calavera nació la flor más negra
hecha de pétalos sangrientos y lágrimas de plata verdadera
A TUS ENORMES OJOS, CERRADOS
Una libélula de gamuza azul
intrusa la noche de los ciegos,
sus campos de curvas tulipas,
sus hoscos potros azabache.
Hay en el manto orinegro
del silencio, un nombre, clavado,
y detrás, su millar de sombras
en horizontes por siempre lejanos.
Ahí, una paloma reina
en el filo de las altas cornisas, y
una gota de ámbar negro pende
de un hilo hechos de humos
hasta caer en arroyos carbonizados.
El grito del niño en la placenta
se ha vuelto vena cava
en el corazón viejo del hombre;
toda la luz del cosmos cabe
entre la punta de dos de tus pestañas.
Pero estás callada.
¿ qué viento se llevó tus palabras?
Y en el mar del tiempo clavas el ancla
como quien ruega exhausto
por una piadosa pausa.
En esa noche misma
hay mirlos del color de las ágatas,
engarzados en el aire espeso,
bocas llorando el beso
que de lejano se ha vuelto helado,
molinos que giran en vano
como crisantemos de aluminio
en el sueño de los muertos.
La oruga celebra su coronación alada,
la seda de su vientre acaricia
la punta de la grama, y se alza
como un rayo que negara la tierra.
Abrázame, hasta que me duela...
nosotros, que habitamos desde siempre
los bordes imprecisos
de la muerte y de la vida
del edén y del infierno.
Abrázame hasta ser uno,
nosotros, que ya hemos sido tantos
y cuántos más seremos,
bajo este cielo inexistente,
en formas sutilmente diferentes,
pasajeros del mismo amor ajado
del mismo sueño de vivos óleos,
con nuestra carga de sin embargos.
Un millar de libélulas indecisas
se han vuelto vagabundas
en esta noche sin serenatas,
se parecen en su titilar a las estrellas
por invisibles y lejanas.
Apaga la luz, el fuego.
Vámonos de aquí, ahora,
antes de que alguien nos invada
y nos obligue a vivir otra vida,
buscåndonos.
ORUMBEGA
Me pareció verte
entre la anónima muchedumbre,
en un andén de Retiro
a la hora en que los trenes se abarrotan;
tenías todos los años de nuestra ausencia
colgados de tu piel enjuta,
yo venía de suicidios, divorcios, y otros exilios,
vos venías de entierros y crepúsculos finales,
y nos cruzamos las miradas:
un instante fulminante como un rayo,,,
Sonaba un tango en los altavoces
y por esas cosas que se sienten
aunque ninguna razón las explica,
en esa voz disfónica oí mi nombre
anunciando mi muerte, el degüello
y la partida de un tren sin destino.
Se volvieron locas las palomas
en los altos tinglados de hierro,
la tristeza de la tarde caía
como un pesado telón de terciopelo.
Llevabas en la mirada todo
mi perdido universo de infancia,
mis juguetes preferidos,
lágrimas vertidas,
el severo ademán del no se puede
todavía amartillado en el entrecejo,
y un extravío ya propio del ser viejo
alojado en lo celeste de tus ojos claros.
No me dijiste nada.
Hace muchos, muchos años
habíamos peleado.
y nos fue alejando
la distancia y el silencio
en un para siempre parecido
a la muerte.
Me acerqué y nos miramos,
de nuevo.
Dudaste,
yo estaba seguro.
Te abracé primero despacio,
y después nos hicimos un nudo.
me dijiste al oído y con pena
- qué te parió che,,,
yo te dije
- viejo,,,
A la hora en que salía un expreso
llevándose consigo
a todas las palomas en ese torbellino
del tiempo perdido,
y en vano,
como son en balde las vanidades,
los enconos
y los encuentros postergados.
Nos pasaron por encima
los hombres y mujeres
vomitados de los trenes
los personajes que fuímos y seremos
nos habitaron las miradas
y nos cortaron el aliento,
en este homenaje a los enconos
en este insulto a las distancias
que desbaratan la fragancia
de tu piel oliendo a lavandas
y la mía oliendo a soberbia y nada.
Un silbato destrozó en mil
aquel silencio de los ojos cerrados.
y entendimos, finalmente
que ya no había más estaciones para nosotros.
Todos partían a sus pueblos,
al refugio que da el hogar, el fuego,
nosotros no teníamos dónde
derramar la sombra de nuestro abrazo.
Luuis María Lettieri es un poeta de los que no hacen ruido ni va por la vida con un bombo diciendo "yo soy poeta", como es común en muchos que se autodeterminan como tales.
ResponderEliminarEste poeta avanza hacia un lugar muy alto y nadie se lo podrá impedir
pues su poesía es en verdad hermosa, con imagenes que ya se la quisieran los pregoneros poéticos.
A veces y en pocas ocasiones vislumbramos alguna piedrecilla pero que no le quita valor ni belleza al poema. Nos contenta tenerlos en esta poesía de todos los tiempos donde el poeta ha entrado con méritos propios y se merece este lugar... por su humildad mezclada con su gran calidad. Bienvenido, poeta.
Realmente hay calidad en la escritura de Luis María, rica en vocabulario e imágenes.
ResponderEliminarPoeta, qué gran honor me dispensas al considerarme...aprecio sobremanera tus palabras acerca del bajo perfil y las vanidades....vivimos día gobernados por el relámpago, lo repentino, ypor ende lo fugaz. Cuesta creer que todavía se ignore que el tiempo es el secreto de las cosas que valen la pena, nadie considera ya el tiempo en términos de espera, de paciencia. Considero a la poesía como el altar del lenguaje, de los sentimientos en términos de palabras. Sobre el altar uno pone las primicias, el sacrificio, así concibo la poesía.
ResponderEliminar....que la moneda no roce la palabra,
que el billete no envuelva la rosa...
Me despido con el más cordial de los saludos, a la vez que le reitero mi agradecimiento y admiración.
Amada Cynthia, te debo tantas voces, y sólo me sale decirte que te amo....
ResponderEliminarPUES ya que tenéis la osadía de escribir en este blog, damas, al menos registraos como seguidoras del blog. Gracias.
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