MARÍA ISABEL PERALTA
1904 - 1926
(chilena)
CANTAR
Dúeleme el cantar, si canto,
duéleme el reír, si río.
Madre, ¿por qué sufro tanto,
que, hasta el zumo que se exprime
en mi lagar, es amargo?
La herida recién abierta,
y la ya cicatrizada que teñida está de rojo,
parece también que sangra.
Me duelen, Madre, me duelen...
¡Estoy toda lacerada!
No hay bálsamo para llagas
ni palabras de milagro.
Ha de írseme la vida
como el perfume del vaso.
;Madre, se me va el perfume...
¡Y ni sabrán que he pasado!
NAVE VIEJA
Eres la nave vieja, Madre,
carcomida por el llanto del mar;
yo soy el cable y soy la estiba,
que has de arrastrar, que has de arrastrar.
Cuando disgregue tu costado
el golpe de agua y la sal,
un mismo cobertor de espumas
nos cubrirá, nos cubrirá.
Siento que muerde el oleaje
mi cable y que lo va a cortar;
pero, si me lo rompe, Madre,
¡Ay! Te hundirás. ¡Ay! Te hundirás.
Un panorama desolador: la madre postrada en una cama y la gran poeta con el cuerpo ya vencido por la tuberculosis. 21 años. ¡A quién culpar por tan temprana partida de un valor que hoy sin duda estaría en un mismo nivel con Gabriela Mistral? Por causas misteriosas, podríamos decir, el poeta
ResponderEliminarC.O.P. ha vivido enamorado de María Isabel Peralta todo su vida...
de quien no ha visto siquiera una fotografía. Incluso asegura que cuando escribe en la noche la siente muy cerca...es como si sintiera su respiración en el silencio nocturno...