1968 -
(uruguaya)
AL DIA QUE NO ESTÁS
Un día sin ti es una reverencia al desamparo,
una brecha feroz en el alma abrasada
de acerba soledad
y desencanto.
Una entelequia gris en mi cabeza…
Un grito de dolor.
Un augurio fugaz de desaliento.
Una maldita pausa
entre sístole y diástole
de una complicidad sin concesiones al más nimio descuido.
Ochenta mil segundos desiertos de armonía.
Demasiados momentos despoblados de estrellas.
Infinitos instantes cómplices de la muerte.
OJOS DE AGUA
Soy un secreto a voces,
un puñado de arena incandescente,
un movimiento pendular,
un chaparrón de semillas de colores,
un a onda en el agua,
sucesor de otra onda, y de otra…
Soy la sombra, el temblor, el desconsuelo,
el heredero de un tesoro inventado.
A veces, un haz de luz mortecina
atravesado por motas de polvo deambulantes,
un báculo sin dueño,
un espejo hecho añicos
y sus correspondientes años de infortunio…
Una preguntas retórica,
un descuido,
un rastro de carmín inculpador,
una falacia,
una disculpa incoherente a mitad de camino
entre mi desazón y tus ojos de agua.
LA CRUZ DEL SUR
Estío,
medianoche.
La
brisa balancea
levemente
el cedrón
perfumándonos
el aire.
La
casa se estremece frente a tanto silencio.
Dos
jirones de nubes
inmóviles
observan, como tú,
las
estrellas...
Buscas
en nuestro cielo
no
sé que raro misterio...
Mis
ojos te acompañan en ese extraño viaje
mientras
descubres seres rondando el infinito.
Tu
mano distraída va dibujando lunas
en
la piel de mi espalda
bajo
el blanco vestido.
¿La
ves?
Aquella
es,
apenas
reclinada sobre el negro horizonte,
la
que antaño fue guía generosa y espléndida
de
arrojados marinos,
la
que señala el sur sin titubeos...
¡Qué
maravilla esconde su aura
luminosa,
sinople
y plata!
(Oigo
tu voz quebrada
rendirse
ante tanta rutilante belleza)
Contémplala,
mi amor,
contémplala
sin tregua ni final,
esa
es la Cruz del Sur,
mi
Cruz del Sur.
Mírala
eternamente desde el sueño
porque
cuando despiertes
volverás
a perderla una vez más...
volverás
a saber
que
ya hace mucho tiempo
la
hemos abandonado.
Nahir Subelzú es una poeta caudalosa que, en un avanzar tranquilo, sutil, ha sabido imprimir musicalidad y prestancia a sus versos, lo que constituye un acierto notable en un mundo de gallineros donde impera la envidia y el malestar.
ResponderEliminarTranquila, en silencio, sin pancartas ni malos maestros que te llevan por el camino de la deshonra y falta de dignidad. Eso es lo que resalta de esta poeta: su calma, su honradez, y su destreza.